Las huellas regias de Benito Juárez
Gabriela Villegas
(20 marzo 2015) .-00:00 hrs
Eran días confusos para el País, el Segundo Imperio de Maximiliano dominaba tierras aztecas, mientras el Presidente Benito Juárez se dirigía al norte para intentar instaurar la nueva capital de la República: Nuevo León.
Cargó dos carretas con material del archivo de la nación custodiada por tres centenas de soldados y partió desde el Zócalo capitalino siendo despedido por miles de mexicanos.
Fue la noche del 11 de Febrero de 1864 cuando Juárez pisó suelo regio con una bienvenida hostil por parte del gobernador Santiago Vidaurri.
"Mi estimada Margarita, a las 10 de hoy hago mi entrada a la ciudad", escribió Juárez en una carta a su esposa, quien se encontraba en Saltillo, misiva publicada en el texto "La histórica casa del mirador" del historiador Rodolfo Arroyo.
"No lo hice ayer porque este señor gobernador, que es aficionadísimo a llevarse de los chismes, ha estado creyendo que lo veníamos a atacar, y en consecuencia, había tomado sus medida de defensa, yéndose a La Ciudadela a apoderarse de artillería esparciendo la voz de que no había de auxiliar al Gobierno.
Aun en ambiente de desprecio hacia su persona, Juárez fue asistido en una casa ubicada en la calle Hidalgo, entre Martín de Zavala y América, en el Centro de Monterrey. El sitio de 57 metros de frente por 40 de ancho era propiedad de su amigo Manuel Gómez, quien fue diputado constituyente en 1857 por el Distrito de Linares, y desafió a Vidaurri recibiendo al "enemigo".
El lugar construido en el Siglo XIX, tenía una arquitectura vernácula sencilla con un enorme torreón que servía para vigilar la entrada a Saltillo, según detalló Benjamín Valdez Fernández, subdirector del área de proyectos especiales del Centro INAH.
Previo a su arribo a la ciudad, Juárez solicitó una cita con Vidaurri "El gobernador rebelde".
"Juárez manda un oficio pidiendo entrevistarse con Santiago Vidaurri, quien pensó que iban a quitarle el poder", narró Antonio Guerrero, cronista de Santa Catarina.
"Aceptó la entrevista siempre y cuando sus tropas no permanecieran más allá de Santa Catarina", agregó el historiador.
Ante esta respuesta Juárez se trasladó al centro de Santa Catarina, donde fue recibido en la Casa Parroquial por el sacerdote José María Navarro, a quien le dejó los archivos de la nación por un tiempo.
"Era la mejor casa de Santa Catarina, pero no tenía ni cama", comentó Guerrero.
También se dice que el oriundo de Guelatao, Oaxaca, no durmió bajo un techo, sino en la intemperie sobre una banca de la plaza frente a la Iglesia, pieza que el INAH conserva en el Museo Regional de Historia en el Palacio del Obispado.
Tras un par de días al poniente del Estado, Vidaurri aceptó el diálogo con Juárez, que se pacto en una casa ubicada en Padre Mier esquina con Galeana. La charla que duró 15 minutos sigue siendo un misterio para los cronistas e historiadores.
"No se sabe lo que se dijeron, lo que sí se sabe es que Benito Juárez salió apresuradamente y afuera lo estaba esperando el hijo de Vidaurri, quien le disparó", dijo.
El gobernador rechazó el impulso de su hijo y solicitó que Juárez fuera escoltado hasta la salida de la Ciudad.
"La personalidad de Juárez era avasalladora y pese a que Vidaurri era muy fuerte ese sentía que las piernas le temblaban" describió Valdéz.
El Benemérito de las Américas regresó en abril, después de que Vidaurri dejara el País junto al General Julián Quiroga.
En su segunda visita a la Ciudad en 1864 nació su primogénito Antonio Juárez Maza.
Pese a los problemas de la nación y su responsabilidad como padre, Juárez tuvo el tiempo para pasear en la Plaza Zaragoza. También para orar y merendar con los seminaristas regios, en las instalaciones ubicadas en la calle Padre Jardón esquina con Dr. Coss donde ahora es el Museo Marco. Los pasos del ex Presidente republicano están marcados con placas en los espacios que pisó.
"Vale la pena, hora que el País tiene tanta problemática política y social, relevar la figura de un personaje principal de la política e historia como Benito Juárez", enfatizó Valdez, quien ha contribuido con la preservación del patrimonio histórico.
"Vale la pena recuperarlo porque son unos de los personajes que hay que tener presentes para vivir el momento de ahora".