A sus 42 años, Cuauhtémoc Blanco ya no necesita tocar el balón para hacer que un estadio hierva.
Parado sobre la línea de cal que da ingreso a la cancha, el jugador levanta cada pie como si el césped ardiera. Es la tarde del 24 de enero de 2015 y, al minuto 77 del América-Puebla (partido de la jornada 3 del Torneo Clausura), el sonido local del Estadio Azteca anuncia su ingreso. Con su histórico 10 en la espalda, Blanco está por vivir sus últimos 16 minutos en el campo que en 1992 lo vio nacer como futbolista profesional. Los americanistas se le rinden, aunque él juega para el Puebla.
Y entonces, Blanco apunta otro dato insólito a su peculiar biografía, más difícil e ilógico: tiene a sus pies a 80 mil personas, a pesar de que dos días antes había anunciado su conversión en una de las figuras más repudiadas socialmente: la del candidato.
Antes de que el futbol profesional lo encontrara, allá en su barrio de Tlatilco, en Azcapotzalco, una simple torta de milanesa era el único lujo que Cuauhtémoc Blanco se podía dar. Hoy es futbolista, empresario y político, y es capaz de hacer retumbar el Azteca, aunque juegue contra el América y haya decidido dar un salto mortal a la política.
A Melquiades Sánchez Orozco, que durante 49 años ha operado el sonido oficial del Azteca, se le quiebra la voz al anunciar el cambio.
La gente ilumina a Blanco con sus celulares, mientras él, con su joroba inconfundible, eclipsa a la plantilla del América valuada en 36.15 millones de dólares por la empresa Transfermarkt.de.
"Cuauhtémoc es el último ídolo del pueblo", lanza su descubridor Ángel
La Coca González, en un intento por describir el fenómeno. "Es de extracción humilde, se hizo en el llano, donde se hacen los grandes jugadores. Era el que llegaba con los zapatos rotos, el morral, las calcetas medio rotas".
Pero el partido no cambia. El
Cuauh intenta un sprint y sus pulmones ya no se expanden, acompaña un contragolpe y le tiemblan las piernas. Los 42 años, cumplidos el 17 de enero, le cobran factura.
Muchos vaticinaban su retiro tras el Mundial de 2010, pero él apeló a su enésimo aire y alargó su carrera en Veracruz, Irapuato, Dorados y Lobos BUAP en el Ascenso y, desde agosto de 2013, con el Puebla en la Primera División. Blanco dribla el adiós como a los defensas. Le ha hecho más de una
Cuauhteminha al retiro, pero la política lo atrapó en sus redes.
Dos días antes del América-Puebla (que terminó en un aburrido 0-0), anunció su precandidatura por el Partido Socialdemócrata (PSD) para gobernar Cuernavaca, el segundo municipio con más secuestros en 2014: 133, según la organización Alto al Secuestro.
El PSD, que en 2009 perdió su registro nacional al obtener sólo 1.03 por ciento de los votos, decidió colgarse de la popularidad del delantero para no perder el registro local en Morelos. Sus integrantes rechazan esa idea, pero Mauricio Lara, candidato a la presidencia municipal de Emiliano Zapata, adorna su perfil de Twitter (
@MauLaraPSD) con una fotografía en la que aparece con el futbolista.
Cuauhtémoc ni la preparatoria cursó. Desconfía de los políticos. No vota desde hace años. Proyecta un cierto desparpajo al abordar cualquier tema, hasta el de la delincuencia.
"Sabemos los robos, los asaltos, los secuestros que hay en Cuernavaca y tenemos que estar todos juntos si queremos que Cuernavaca salga adelante; entonces, le pido a toda la gente que nos apoye y que, como siempre lo he dicho, yo no los voy a defraudar", expresó Blanco, ataviado con camisa blanca y traje negro, durante su presentación como precandidato (
Reforma, 23/01/15).
Sus palabras parecen extraídas de un guión preparado por gurús de la política. El compromiso del jugador con el principal problema de Cuernavaca contrasta con los hechos: Blanco no habita su residencia en la colonia Lomas de Cortés. Sus vecinos no lo conocen. La propiedad se la arrenda, desde 2002, Roberto Yáñez Vázquez, regidor de Cuernavaca por el PSD en 2009-2012 (
Reforma, 10/03/15). La casa rentada acredita su residencia de al menos 10 años en la entidad, requerida para la candidatura.
En realidad, en la última década el jugador ha vivido en la Ciudad de México, Chicago, Veracruz, Irapuato, Culiacán y Puebla, pero no en el municipio que busca gobernar. Por ese motivo, el PRD impugnó su candidatura.
Blanco es la carta fuerte del PSD de cara a las elecciones del 7 de junio y, a partir de este miércoles 22 de abril, pisará la cancha política, donde le esperan otro tipo de patadas, golpes bajos y tarjetas rojas. Un día antes, se celebrará la Final de la Copa MX entre Puebla y Chivas, partido que marcará su retiro como futbolista.
Pícaro y mujeriego"Cuauhtémoc es un valemadres, desde chiquito", describe
La Coca González, quien también tiene en su cartera el descubrimiento de Ricardo Peláez, hoy presidente del América, y de Héctor Herrera, figura en el Porto de la Liga Portuguesa.
Al enterarse de la incursión del
Temo a la política, el visor lo llamó por teléfono para saber si se trataba de una crisis de la edad. Hoy
La Coca pretende que el ex secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, y a quien dirigió en categorías infantiles, sea el que sugiera elementos para la seguridad de "El candidato", como le apodan a Blanco en el Puebla.
En la tribuna del Estadio Municipal Los Pinos, de Cuautitlán Izcalli, a donde acudió a una visoría de jugadores,
La Coca narra cómo el
Cuauh pasó desapercibido hasta los 16 años, cuando él lo vio representando a Azcapotzalco en el Torneo de las Delegaciones, en 1989. De ahí lo reclutó para el Torneo Nacional Benito Juárez y después lo llevó al América.
Al visor le costó convencerlo de ir a Coapa. Un año antes, sin carta de recomendación, el jugador fue a ese sitio a mostrar sus virtudes, pero un técnico le vio perfil de defensa central. Ahí pudo acabarse la carrera de un hombre cuyo físico está más cerca de un cargador que de un futbolista profesional.
"Cuauhtémoc es un falso torpe", describió en 1998 Jorge Valdano, histórico jugador y entrenador del Real Madrid, y una de las voces más autorizadas en el mundo a la hora de hablar de futbol.
El físico del
Cuauh es engañoso, pero es un arma. En la Copa del Mundo de Francia 98, los surcoreanos no esperaban que el delantero, acorralado entre dos marcadores, retuviera el balón entre los pies y con un salto pasara entre ellos, acción bautizada como la
Cuauhteminha.
"Cuauhtémoc Blanco representa los valores, acaso en extinción, de la picardía en la cancha. Su cuerpo desafía al del atleta común. Camina como un pato y carece de cuello. Pero el futbol es democrático en cuestiones físicas y Blanco anota goles con la joroba", escribió sobre él Juan Villoro durante el Mundial de Sudáfrica (
El País, 19 de junio de 2010).
Madera de futbolista tenía desde pequeño, al menos eso piensa su madre Hortensia Bravo Molina, al recordar los corajes por los vidrios rotos allá en Tlatilco. Cuauhtémoc es el segundo en una familia de seis hermanos: Ángel, Ricardo, Ulises, Mauricio y Leonardo. Doña Tencha, como le dicen sus conocidos, quería darle a todos nombres de tlatoanis aztecas. A otro de sus hijos pensó en ponerle Cuitláhuac, pero el Temo fue el único que cargó con la cruz.
"Me reclamaba por qué le había puesto así. A sus novias les decía que se llamaba Jorge", recuerda la madre.
Años después, el futbolista bautizó a su primogénito como Cuauhtémoc.
Hortensia está orgullosa de sus hijos. Tiene a un abogado en la familia, Ulises, y a un técnico en Gastronomía, Ricardo, a quienes el futbolista les pagó sus carreras. Si algo distingue al 10 es la generosidad con los suyos: desembolsó más de 600 mil pesos para que su madre y tres de sus hermanos viajaran al Mundial de Sudáfrica, el último de su trayectoria.
Todo eso gracias a que en un terreno de no más de 90 por 120 metros Cuauhtémoc es el tlatoani del futbol.
Años atrás, Hortensia cargó con el peso de la familia tras su separación de Faustino Blanco, el padre biológico del
Cuauh. De ella, el jugador heredó las facciones y el carácter.
"Aquí la de los pantalones soy yo", aclara.
Hortensia necesitó muchos de esos "pantalones" cuando una de sus primas la echó a la calle y tuvo que regresar a vivir con su madre, en Tlatilco, antes de que su camino se cruzara con el de la joven política Dolores Padierna, quien la integró al programa de apoyo a damnificados y, en 1987, le dio una casa en Tepito.
"Lola hacía eso: metía también a gente que no era damnificada, me metió a mí... Yo anduve mucho en la grilla... Ya hasta sacó a mí lo de la grilla", menciona en alusión a la candidatura de Cuauhtémoc.
La veneración que siente Cuauhtémoc por Doña Tencha raya los límites de la idolatría. Con su primer sueldo en el América, le obsequió una lavadora. Luego le regaló una casa en Valle de Aragón, con cuatro recámaras, estudio, garage... demasiado ostentosa para alguien que gusta aún de ir al tianguis y utilizar el transporte público.
Ella arrendó esa propiedad y lo convenció de que le comprara otra en la colonia Obrera, donde pasó su infancia al lado de María del Refugio Molina, Cuquita, la abuelita del
Cuauh.
Cuando a Cuquita se le agravó el cáncer y la internaron en el hospital General La Raza, él pensó en renunciar al Mundial de Corea-Japón 2002. Ella le pidió que fuera y le dedicara un gol. Falleció tres días antes de que Blanco marcara un penal a Croacia, en cuyo festejo elevó las manos hacia el cielo.
Ahora, cada que escucha
Amor eterno, de su ídolo Juan Gabriel, piensa en Cuquita.
Blanco ha cambiado de gustos musicales como de equipos. Era fan del grupo Bronco a inicios de los 90; después, no dejaba de bailar Salsa junto a los africanos azulcremas Kalusha Bwalya y Omam Biyik, en el bar Cuauhtémoc 60, en la colonia Doctores. Se enamoró del merengue, en Chicago del Hip Hop, en Culiacán de la música de banda. Hoy uno de sus exponentes favoritos es Julión Álvarez, el intérprete de Terrenal y también uno de sus grandes amigos.
Aunque quizá el 10 no ha interpretado ninguna canción como lo hizo con
¿Qué te ha dado esa mujer? de Pedro Infante, que cantó al pie de la ventana de la niña que le gustaba en la unidad Tlatilco, hasta que una vecina lo desencantó al decirle que ahí no vivía la susodicha.
Tiene fama de mujeriego, pero la única mujer con la que se ha casado es Marisela Santoyo, madre de Cuauhtémoc Jr. y quien lo dejó por una supuesta infidelidad. En 2003 finiquitaron el divorcio de una manera dolorosa para él ya que perdió la mayoría de los bienes a su nombre, incluida una tienda deportiva, en Xola.
Al delantero le llovieron dardos por su relación con Liliana Lago, cuyo romance surgió cuando ella aún estaba casada con el comentarista Enrique Garay. Con ella procreó a Bárbara Lilián.
Pasó de las portadas deportivas a las revistas del corazón.
Su noviazgo con Galilea Montijo fue uno de los más sonados del espectáculo; también su tórrido romance con la actriz Rossana Nájera.
En 2010, fue pareja de Larissa Riquelme, pero sólo en la telenovela ++El triunfo del amor++. Ella saltó a la fama en el Mundial de 2010 al portar un celular en el escote durante los partidos de Paraguay.
Ese trabajo coincidió con la emisión del programa ++La Hora de Cuauhtémoc Blanco++ y con su estancia con el Irapuato, de la división de Ascenso.
"En su contrato que firmó estableció que no podía entrenar los lunes por todos los compromisos", reveló Ignacio Rodríguez, su técnico en el Irapuato.
El jugador regresaba extenuado a la concentración la madrugada del martes. Dormía unas horas y a las 9:00 ya estaba entrenando. Por eso el técnico le permitió hacer trabajo regenerativo y entrenar con normalidad hasta el miércoles.
"El reto fue hacer entender a los demás compañeros esa situación. Ahí es donde entra su sentido competitivo: él empezó a mejorar en la parte física y en la cancha a hacer diferencia, y los muchachos dijeron: 'vamos a arroparlo'", expresa Rodríguez.
Nunca olvidaA Cuauhtémoc más vale no hacerlo enojar.
Una de las más viejas artimañas en el futbol consiste en desquiciar al rival. El italiano Marco Materazzi enloqueció al francés Zinedine Zidane a tal grado que éste lo embistió con la cabeza y vio la roja en la Final del Mundial de 2006, que perdió Francia. En México, Marco Antonio Pikolín Palacios escupió en dirección a Oribe Peralta, pero el que se prendió fue el también americanista Darwin Quintero y se fue suspendido dos partidos por patearlo en el abdomen, tras una investigación de la Comisión Disciplinaria de la FMF.
Entre más molesto está el
Cuauh, mejor juega.
Ese temperamento ha sido su aliado en la cancha. Así rescató al Tricolor en 2001, durante la eliminatoria mundialista. Y con la misma determinación superó la triple fractura que, un año antes, le provocó el trinitario Ancil Elcock, lesión que hizo que su carrera pendiera de un hilo.
Se pensó que no regresaría a las canchas, pero él se encomendó a San Judas Tadeo, patrón de las causas difíciles, y le dio la espalda al destino.
"Cuando había situaciones difíciles sacaba la casta, no tiene qué ver con que tenga o no dinero por una razón, el balón no te pide cuenta de banco, acta de nacimiento ni pasaporte", destaca Enrique Borja, otro de los grandes ídolos del americanismo, de los mexicanos y quien como directivo coincidió con el jugador en el Necaxa y en el Tricolor.
En cada poro de Blanco, brota el barrio que le dio origen.
En el América, ya cuando un nutriólogo vigilaba su alimentación, él le pedía al encargado de mantenimiento que le comprara 20 de suadero. Hoy, su lema favorito es "come frutas y verduras". Una frase que usó al final de un mensaje videograbado hace una semana, en la que, furioso y agitando las manos, se queja de que el PRD impugne su candidatura.
Con la misma seguridad con la que cobra penalties, Blanco patenta frases absurdas, como "esos tres son un par de vividores", "son unos escamoles (esquiroles)", y "los voy a demandar por falsas calumnias". En su despedida del Tri, en mayo de 2014, pronunció un sonoro "Viva México, cabrones", que retumbó en los altavoces del Azteca y enloqueció a los aficionados.
Muchos quieren ser él.
Y él, paradójicamente, a veces envidia a cualquier mortal.
"Tiene muchos deseos de comerse unos tacos en la calle, como yo me los como. Tiene ganas de subirse al Metro", revela su madre Hortensia en La Palapa del 10, uno de los restaurantes de mariscos que junto a La Barracuda y a Muelle 10 conforman parte del patrimonio del futbolista.
La Palapa del 10, ubicada en la colonia Roma, se especializa en mariscos tipo Culiacán. Es administrada por Ricardo Blanco, su hermano.
Las paredes están adornadas con playeras del América, Dorados de Sinaloa y el Valladolid, pero no las auténticas, ésas se las robaron en diciembre de 2013 unos ladrones que barrieron hasta con la Catsup. Sólo sobrevivió un lienzo, bastante pesado como para prestarse al hurto. Obsequio del empresario taurino Rafael Herrerías, en él se reproduce el festejo que el jugador inmortalizó pensando que era una postura del tlatoani Cuauhtémoc.
En el restaurante, Blanco no perdona el ceviche Callo de Hacha y una decena de ostiones Culichi (preparados con camarón, salsa de chiltepín, pepino y cebolla). A su familia le desconcierta esa repentina pasión por los mariscos, que tanto odiaba en su niñez y juventud, y que para él no competían con los chiles rellenos, las enchiladas estilo Guerrero y la pancita.
Pero Blanco no siempre tuvo el paladar refinado.
Mucho antes de enloquecer a la afición azulcrema con el título de Liga en 2005, vendió colchas y sábanas en una fábrica en la colonia Guadalupe Tepeyac, sus compañeros del Impala (su primer equipo) le prestaban el uniforme y, además, llegó a cantar en el pesero de Taxqueña a Coapa junto a su amigo Germán Villa.
A principios de los 90, ya como integrante de las fuerzas básicas del América, gozaba cada que la encargada de la tienda, Yolanda Romero, le regalaba fruta picada o tortas de milanesa. En 2008, él tuvo el gesto de viajar desde Chicago, donde jugaba con el Fire, para darle apoyo moral a Yolanda, madre del jugador americanista Carlos Sánchez, quien sufrió un infarto cerebral.
En sus primeros años como azulcrema, disfrutaba que la cocinera del club lo invitara a comer lo que el primer equipo no consumía.
Un día, la nutrióloga azulcrema Virginia del Pozo descubrió las prácticas de la cocinera y casi le quitó el alimento de la boca al futbolista, quien se sintió humillado. Cuando se convirtió en la gran figura del América, amagó a la directiva con renunciar si no corrían a la nutrióloga.
Para bien o para mal, Blanco no olvida.
Al técnico Ricardo La Volpe, quien dirigió al América en el Invierno 96, nunca le perdonó el trato despectivo hacia los jóvenes y tampoco el que lo comparara con Eduardo Moses, un habilidoso extremo derecho, compañero del Bigotón en el Atlante. Tres años después, Blanco anotó dos goles ante el Atlas de La Volpe, en la Prelibertadores, y en uno de sus festejos se acostó frente al técnico.
Son muchas las anécdotas que retratan a un Cuauhtémoc Blanco desvergonzado y pícaro.
Tras anotarle un gol a Félix Fernández en 1999, simuló que orinaba como perro la portería del entonces guardameta del Celaya y hoy editorialista de Grupo Reforma.
"Es muy complicado pedirle que su comportamiento sea ejemplar en todos los sentidos, tiene que haber algunos tipos de tropiezos, cojeras, debilidades, porque al futbolista no se le prepara para un éxito, y de la noche a la mañana, en muy poco tiempo, la vida te cambia", expresó Fernández.
A Blanco se le acusó de misógino en 2004 por atizarle un "mejor ponte a lavar platos" a Virginia Tovar, la primera mujer árbitro en pitar en el Máximo Circuito, en un Irapuato-América.
En el mismo año, provocó un pleito contra los jugadores del Sao Caetano en la Copa Libertadores, y la enardecida afición lanzó una carretilla a la cancha del Azteca. La Conmebol le impidió jugar sus competencias durante un año.
En 2010, a unos días del Mundial de Sudáfrica, fue captado fumando en el hotel de concentración del Tri.
Su polémica imagen le ha impedido un éxito a nivel comercial. Las grandes marcas no apuestan por él en el
marketing deportivo, una industria que le da a Cristiano Ronaldo ingresos por 108 millones de dólares y a Lionel Messi por 95 millones de dólares, según un estudio de Euromericas Sport Marketing.
El PSD, en contraste, apuesta por Blanco como su imagen en Morelos. El 14 de febrero, el partido lanzó una campaña llamada "Flechando corazones", que muestra a varios ciudadanos haciendo la clásica señal de Cuauhtémoc después de anotar un gol.
Candidato
Una de las banderas de Cuauhtémoc Blanco en su campaña es que él no robará, porque ya es millonario. No hay una cifra exacta de los ingresos acumulados por el delantero durante sus 22 años de carrera, pero los 2 millones 666 mil 778 dólares anuales que se embolsó entre 2007 y 2010 en el Chicago Fire, de la MLS, dan una perspectiva de su caudal financiero.
El PSD, sin embargo, vende a Cuauhtémoc como un "candidato del pueblo".
Por eso el futbolista, en una de sus visitas a Cuernavaca, caminó por las calles sin guaruras y hasta comió en la Pozolería La Lupita, como si en su cartera sólo trajera, como antes, un billete de 100 pesos y dos boletos del Metro.
A unos días de comenzar formalmente su campaña para la alcaldía, ha tenido que enfocarse en la lucha del Puebla por conservar su plaza en la Primera División y en ganar la Final de la Copa MX, este martes, contra las Chivas, en el Estadio Olímpico de la BUAP.
Le prohibió a su madre opinar sobre la candidatura, por eso es su hermano Ricardo el que aborda el tema.
"Yo creo que ni él se la cree. ¡Ya quiero mi hueso! Jaja". Después, con un tono serio, expresa la inquietud de la familia Blanco.
"Es complicado y más en Cuernavaca. No falta, es un arma de dos filos. Lo conozco, no se deja, vaya a tener problemas de que lo vayan a asaltar, 'te vamos a matar', uno está con la duda".
El propio secretario jurídico del PSD, Israel Yudico, no se aventura a garantizar la seguridad de Blanco.
"Como cualquier ciudadano, estamos expuestos y él mismo estará expuesto a la falta de trabajo del actual gobierno municipal que es el PRI y a la falta de trabajo en cuanto a materia de seguridad del actual gobierno estatal que es el PRD. No está exento de dicha situación, de la delincuencia organizada".
Un reto para el que Cuauhtémoc Blanco ofrece, acaso, la misma fórmula con la que se hizo estrella del futbol: "Vengo a romperme la madre, como lo he hecho en el equipo, y vengo a romperme la madre por Cuernavaca".