No sólo con serenidad: aun con elegancia afrontó la muerte Maximiliano de Habsburgo. Si sus verdugos esperaban verlo temblar ante los fusiles se equivocaron de medio a medio. Habían manejado los juaristas la idea de un príncipe de opereta, de un cortesano frívolo y débil de carácter, y pensaron que el emperador flaquearía a la hora de la muerte. Lejos de eso, Maximiliano dio a sus enemigos lección de fortaleza ante la adversidad. Su muerte fue un bello final para la trágica vida de aquel hombre bueno que fue el emperador de México.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.