No podían ya con el peso de sus desgracias los insurgentes sitiados en el fuerte de El Sombrero. Muy bien puede decirse que habían enloquecido de hambre, de sed, de desesperación. Toda suerte de siniestros rumores corrían entre ellos que los agobiaban y hacían más difícil su situación. Para beber tenían solamente aguardiente y mezcal: dejaron de beberlos porque alguien dijo que aquellos fuertes líquidos habían sido envenenados por los realistas con sublimado corrosivo. Quién sabe qué demonios sea eso, pero lo cierto es que suena muy mal, y peor ha de saber. Desalentados, pensaban todos que Mina, igual que Torres, los había dejado abandonados a su suerte, y que no tardarían en morir y en ser pasto de las aves de carroña y de las alimañas.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.