OPINIÓN

Aguas Buenas... y aguas de otras

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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La consagración de la estatua de Cristo Rey, en el Cerro del Cubilete, fue una ocasión grandiosa. La víspera del señalado día comenzó la penosa y larga ascensión a la montaña. Se reunió al pie del cerro una imponente multitud formada por la mayoría de los habitantes de Silao, León, Irapuato y Guanajuato. Hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos asistieron a la consagración del colosal monumento. Todos habían sido especialmente invitados, por nombre, pues se quería dar a la ceremonia el estricto carácter de acto privado a fin de no violar las leyes que prohibían las ceremonias religiosas públicas.