A diferencia de muchos otros, Casa Benell creció como la levadura en plena pandemia. Permanecieron por casi 5 años horneando pan y cocinando brunch exclusivamente en el barrio de Tampiquito, dentro de esa nave muy hípster que aloja un taller mecánico y otro vegánico, hasta que llegaron los tiempos de Covid y se multiplicaron igual que el virus.