Ya empieza a flotar en el ambiente un irresistible olorcito a tamales. No tardan en llegar las posadas, pero, ya de por sí, con estos días fríos, lluviosos, grises y tristes a mí se me antojan mucho los tamales. Y con los soleados también. Nomás para que te quede claro que lo mío no es depre sino puro antojo.