VIDA

Poemas de Carmen Alardín

Daniel de la Fuente

(17 mayo 2014) .-00:00 hrs

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A continuación presentamos una muestra del trabajo poético de Carmen Alardín, tomada de las antologías Para que las estrellas te recuerden (UANL, 2013) y de No pude detener los elefantes (FCE, Conarte, 2002). Además de su extensa bibliografía, Carmen dejó inédita una cantidad numerosa de poemas, sobre todo en cuadernos, los cuales ojalá en breve salgan a la luz.

1
Del libro Después del sueño (1960)

Barco de papel

Y si supieras sólo la mitad

de lo que le he contado hoy a mi alma,

ya no protegerías mis pupilas

del gusano del mundo,

ni serpearías entre largas sombras

de lirios y ventanas.

Yo no he lanzado la primera piedra

ni he construido flotas vengativas

por conquistar el mar;

pero yo, en cambio,

he colocado un barco de papel

al frente de tus ojos.

Si lloras algún día,

navegará hasta ti.

2
Del libro Todo se deja así (1964)


*

Vienes lluvia, es verdad, pero los ríos jamás se posesionan de tu aroma.

Llegas sonora y apareces triste, con ritos de nostalgia al despertar. Después de que el relámpago libera con su pasión tus cárceles moradas,

vienes Lluvia, te vas y nos devuelves más luminoso el cielo que robaste. Yergues tu vara mágica de trigo modelando el milagro del sendero, y escribes en el lago profecías

de interminables círculos cautivos. Llegas interrogando lo que sabes y no te deja de asombrar la tierra.

Lluvia de pozos tristes que contempla la cicatriz del mundo:

¿cuántas heridas faltan al silencio para sentirse mar?


*

Por lo que ya no ha de volver, por lo que nunca ha sido ni será.

Por el viento sin árbol,

por el árbol sin lluvia y sin sustento. Por el ayer, mañana y otros días que cayeron al pozo de los sueños. Por las cartas perdidas, por aquellas desoladoras lágrimas sin eco,

por la mínima luz de la esperanza, guardo un manto invisible con tu imagen, como guardó Verónica en su lienzo

la figura sagrada del Maestro.

*

Mucho lloraste lluvia los secretos que te quitó la roca en tu caída,

casi te destruiste al entregarte a los barcos ávidos de ti.

Hablaste ayer despedazada en brisa

y te fuiste entre el miedo y el misterio. Sólo dejaste verdes iniciales

que pudieran tu idioma germinar.

Vuelve al fresco perfil de tu recuerdo y sentirás tu ayer multiplicado,

y escucharás en ti cantar al tiempo su canción de caer y florecer.


3
Del libro Entreacto (1982)

Regeneración

Comenzó la otra vida.

Aquella que partía

de abandonar la tierra

y adquirir otra sangre

pluvial y otra alegría.

Comenzó con la críptica

potestad de una voz,

cuyos húmedos ecos

vienen del mismo llanto,

van hacia el mismo hombre,

con diferente sed.

Nuevo puerto

Nada de nuevo al mar podemos darle

que los restos de todos los naufragios.

Su lindero infernal nada permite

bajo el secreto de las viejas algas.

Todo se ha dicho ya.

Todo han callado

muy a tiempo las brisas,

las arenas.

Nada nuevo al amor han de brindarle

nuestros nombres grabados bajo el sol.

Todo se amó y lloró,

pero los barcos

saludan siempre como nuevo al puerto.


4
Del libro La violencia del otoño (1984)

Estival

Cansada de contar la misma historia se fundió en el verano.

Dejó de acariciar a las esferas o alimentar el arco iris. Guardó en el arca las semillas que no cupieron en el surco. Y se guardó a sí misma, abanicando,

con un nuevo temblor viejas ciudades.

Cesó al fin de buscarse entre las aguas y hacer su juego al viento.

De sus venas pulsó la última cuerda y entonces

comenzó a cantar.

Inconclusa

Hemos cerrado el libro de la noche todavía con páginas en blanco. Todavía con ávidas luciérnagas que te envolvían con su luz.

Hemos cerrado el libro de la noche todavía con hijos en el vientre, con la humedad de aquellos besos que no alcanzaron a entregarse.

Hemos cerrado el libro con los dedos quemados, por la rabia del adiós.

Luz en el desierto

Para dejar de amar, se convirtió dudando en su propio desierto.

Fue removiendo las arenas y renunciando a las raíces ya calcinadas y amarillas. Para dejar de amar,

pintó la soledad de varios tonos, y se salió a brillar

consigo misma.

5
Del libro Caracol de río (2000)

*
Quien conoce al caracol conoce a su padre y a su madre. Entra en la pila de los elegidos como a su propio mar.

No pierde en el pantano a sus ancestros,

sigue la trayectoria que le marcan para escapar del tiempo,

para encontrar el hilo que nos lleva donde empezó el amor.

*
Eras mi río y me dejaste un caracol.

Por él te busco

y en las noches te encuentro porque las noches son para saciarse

de las carencias con que crece el día.

Eras mi río y nunca te olvidaste de reintegrarte con la transparencia del cuarzo y la geoda,

para saber si encuentro esa mañana que para siempre le faltó a mi vida.


6
Del libro No pude detener los elefantes (antología, 2002)

Niña sola

No temas, niña sola

cruza el salón despacio

porque el eco es enorme

y podrá degollarte

las pisadas.

Abrázate a tu sombra

si es preciso,

si no logras llegar,

mejor no vuelvas,

porque no es justo

regresar por nada.

7
Del libro Miradas paralelas (2004)


*
¡Qué distintas miradas de los ojos abiertos

a lo que ven los ojos que se cierran!

¿Será que se dibuja un paralelo

que equilibra por fin

muerte con vida?


Tal vez irás cruzando tu desierto

mientras que más allá de la retina

tus árboles despiertan.


¿Serán cosas que anuncian lo que pasa

cuando se apaga el mundo para siempre?


*
Al cerrar el libro

prisionero quedó el lector.


Salió a la calle sonámbulo;

pero el poeta que aún bajo las letras

respiraba,

no se dejó ganar.


Hoy marchan sus miradas paralelas

no sólo por las calles,

también entre la mente de quien vive

o está por renacer.


*
Los hijos no nacidos

siguen creciendo dentro de mí,

sin reclamar la falta de ese cuerpo

que a veces es estorbo, o bien, deleite.


Me sorprenden al fondo de las aguas

y al nadar me sostienen

como se hubieran ellos sostenido

en el agua del vientre.


Sonríen con la espuma de ese mar

que siempre llega a nuestro encuentro.

Se encogen con mi sed,

se alargan en la pausa de un suspiro.


Los hijos no nacidos

que un día nacerán en otro cuerpo,

que llegarán para romper esa barrera

donde se dan la mano vida y muerte.

Árbol del ahorcado


Te invoco a ti, semilla

del árbol del ahorcado,

y al frotarte me otorgas

un estado de gracia,

gracia de aquél,

dentro del cual

yo vivo sin matarlo.


Tú crecerás mientras que yo

seguiré siendo polvo,

mas polvo perseguido por las hojas,

y el viento habrá de levantarnos

como jugando con las aves.

8
Del libro La caída de un ángel (inédito)


*
Quiero ser el agua que serás después, cuando los ríos solo te recuerden

por las piedras lanzadas por tus niños.

Yo quiero ser el agua de los peces que escaparon a todos los peligros, de los peces dorados que se acercan a todos los marinos que naufragan.

Yo quiero ser el agua que subyace por debajo de todas esas calles que configuran tu fachada antigua,

donde parece siempre que te hundes para tocar tu original destino.