No nos cuentan, lo vimos ayer por la mañana con nuestros propios ojos: un grupo -afortunadamente minoritario- de féminas furiosas prácticamente destrozaron a su paso el Centro de Monterrey, rompiendo vidrios con bates, incendiando las puertas de Palacio (otra vez) y pintarrajeando todo lo que se encontraron a su feroz paso.