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Poco mas allá de las 7:30 de la tarde del sábado, se le presentó a un personaje la bendita oportunidad de decidir.

Su oficio de defensa central tiene sus riesgos profesionales: uno de ellos, enfrentar mano a mano a cualquier delantero que esté a punto de escapársele y tratar de detenerlo.

Joel Huiqui, defensa esforzado, con una carrera azarosa y vencedor de una lesión terrible, vio escapársele al delantero de moda: Oribe Peralta enfilaría sobre la puerta de Vilar en un partido trabado hasta ese momento y en el que Monarcas tenía ventaja global.

El central oaxaqueño se enfrentaba a una sensación que ya conocía: tomar el riesgo de ser expulsado o aguantar para ver qué podía hacer por la causa el arquero, listo para el enfrentamiento individual que conoce con creces.

Huiqui reiteró lo que su biografía recoge asiduamente: tomó el riesgo, la más peligrosa de las opciones que tenía para decidir, y falló.

Si un jugador se define por su comportamiento en instantes críticos, un entrenador pasa por el mismo rasero.

Con el partido descompuesto por la acción de Huiqui que costó un penal en contra y jugar en inferioridad numérica, Morelia se vio sometido pronto a una desventaja de 3 goles que posibilitaba la goleada sin misericordia.

Ahí es donde tomó relevancia la figura del entrenador para corregir las cosas de tal manera que los laguneros fueron perdiendo su ventaja, los nervios y el control. Terminaron pidiendo tiempo porque el rival, furioso, estuvo cerca de forzar lo imposible. El final trepidante lo conocemos todos.

Santos compartirá la duda con la almohada. Así como Tomás Boy y sus huestes reaccionaron de manera espectacular, las de Galindo soltaron el volante cuando más plácida tenía que ser su conducción.

Santos, tras una jornada casi de pesadilla, se supo finalista del torneo.

Manuel López Mondragón falló a uno de los Cuatro Acuerdos: asumió.

Supuso que su arquero estaba, optó por devolverle el balón y metió un gol en su propio arco.

Los gallos, bizarros, siguieron apelando a su gran corazón para mantener la serie en suspenso hasta el final: resistieron el cobro de un penal detenido por Liborio -nombre con el que a partir de la fecha serán bautizados algunos bebés en Querétaro- la superioridad de un plantel al que le pesó la presión de ser favorito, e igual que Monarcas, se fue de la campaña por una puerta luminosa.

Las trayectorias se logran con el tiempo y hay partidos sensibles para las biografías de sus actores.

La Liguilla teje su historia a través de personajes que lo supieron hacer bien y otros que se enfrentaron sin éxito a sus viejos fantasmas.

fjgonzalez@reforma.com