Le regalaron una pequeña tortuga al dueño de la cantina del lugar. No supo qué hacer con ella, y concibió una idea: haría entre sus clientes un concurso a ver quién bebía más. Al ganador le daría la tortuga como premio sorpresa. En efecto, se llevó a cabo el torneo, y al tipo que bebió más le entregó la tortuga en una caja. Al día siguiente pregunta al ganador: "¿Te gustó el premio, Empédocles?". Responde el borrachín: "La carne de la torta estaba buena, pero el pan lo sentí un poquito duro"... El viejecito hacía recuerdos de los turbulentos días de la Revolución. "Un día -cuenta a su nietecito con temblorosa voz-, entraron dos zapatistas a la casa, sacaron sus puñales y le quitaron un pecho a la criada". "¡Qué cosa tan horrible! -se espanta el nieto-. ¿Y a mi abuelita no le hicieron nada?". "A ella le fue peor -contesta el viejecito-. Le quitaron uno chincuenta"... En un apartado rincón de la plazuela se afanaba Pepito en demostrar su cariño y admiración a Rosilita, a la que abrazaba con entusiasmo y besaba con asiduidad. Dos maduras damas pasan por ahí y contemplan el espectáculo. "¡Caramba! -exclama una viendo aquel precoz amor-. ¡Ya no quedan niños en el mundo!". "Ya los haremos, señora -responde Pepito-, ya los haremos"... El señor y la señora daban instrucciones al arquitecto que diseñaría su casa. "Póngale un cuarto de juegos -pide el hombre-, para meter ahí a mis amigos". Ordena la señora: "Y ponga en la recámara un clóset bien grande, para meter yo a los míos"... Babalucas fue invitado a una fiesta, pero no tenía traje para la ocasión. Se armó de valor, consiguió una pistola y fue a una tienda de ropa para caballeros. Saca el arma y le dice al encargado con voz amenazante: "¡Necesito un buen traje, y no tengo dinero! ¡Si no me entregas uno ya puedes despedirte de la vida!". Lleno de miedo el muchacho le da un traje. "Es el mejor que tenemos -le dice temblando-. Cuesta 5 mil pesos". Muy impresionado le pregunta Babalucas: "¿No tienes algo más barato?"... Doña Burcelaga se fue a vivir temporalmente a Roma, pues por motivos de trabajo su esposo se encontraba ahí. El primer día de su estancia salió a buscar algo para comer. No sin cierta admiración se detuvo frente a un enorme edificio que tenía una gran puerta muy ornamentada. Llama y le abre un imponente guardia suizo. Le pregunta la señora al guardia: "¿Tienen chiles rellenos?". "¿Qué?" -se asombra el guardia. "Que si tienen chiles rellenos" -insiste la mujer. "Oiga no -replica el guardia-. De eso no hay aquí". "Debería haber -se enoja la señora-. ¿Entonces para qué tienen ese letrero en la puerta: 'Cocina Económica'?". "El letrero dice 'Concilio Ecuménico'" -le informa el guardia... La señora sufría porque su niño era un problema: de todas las escuelas lo expulsaban por su mala conducta. Decide llevarlo con un siquiatra. "Creo que con unas semanas de tratamiento el niño modificará su conducta -le dice el analista-. Tráigamelo el próximo lunes. Mientras tanto le daré a usted estas pastillas tranquilizantes para aliviarle la angustia y ansiedad que el comportamiento del niño le provoca". Llegó el lunes y la señora no se apareció. El siquiatra la llamó. "¿Por qué no trajo al niño?" -le pregunta. Y le responde la mujer: "¿Cuál niño?"... El tío rico enfermó de gravedad. Un médico les dijo a sus sobrinos que el paciente debía ser sometido de inmediato a una operación quirúrgica. La intervención se llevó a cabo. Sale del quirófano el facultativo, y muy apenado les informa a los sobrinos: "Lo siento mucho. Hicimos todo lo que pudimos, pero el señor vivió"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
LEE SU TEXTO AQUÍ DIARIAMENTE