OPINIÓN

Con Iglesias hemos topado

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Afirma una conseja popular que el afortunado en el juego es desdichado en amores. Pues bien: don Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de México de 1872 a 1876 fue infortunado en cosas de amor y menos feliz aun en ese juego que se llama la política. Manuela Revilla, a quien cortejó con asiduidad epistolar digna de mejor causa, le dio calabazas y se casó con un hombrecillo insignificante. Cuando enviudó Manuelita -el hombrecillo insignificante decidió morirse- don Sebastián la cortejó otra vez, y de nueva cuenta lo desdeñó la tal Manuela para casarse con otro sujeto más insignificante aún. Ya ni en bicicleta pudo Lerdo perseguir a Manuela, y en política no tuvo mejor fortuna este don Sebastián.