No viene mal un poco de luz en ese tenue malecón por donde se escucha el romper de las olas. Las aguas están agitadas desde hace algunos días. Entre la indecisión, la incertidumbre y las sensaciones de culpabilidad que deben carcomer a algunos directivos por todo lo ocurrido durante el proceso anterior, mismas que nos dejaron severamente encallados a merced de la arena convertida en fango, el que se enciendan las farolas y una que otra luminaria ya es ganancia pura.