OPINIÓN

Costos

Luis Rubio EN EL NORTE

4 MIN 30 SEG

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En los tempranos 90, pasada la caída del Muro de Berlín, Enrique Krauze exploraba las implicaciones de esos sucesos sobre los países latinoamericanos, llegando a la conclusión, cito de memoria, que el último stalinista no moriría en la URSS, sino en algún cubículo universitario en América Latina. En lo único que erró fue en la sede: los últimos stalinistas están en el Palacio Nacional de México y en sus equivalentes en otras naciones al sur del continente. El mesianismo que caracteriza a esta ola de gobernantes y sus séquitos es tardío, aberrante y nostálgico, pero no por eso menos poderoso. Y dañino.