El virrey don Juan Ruiz de Apodaca tenía el defecto capital de los hombres buenos: creer que todos los demás hombres son tan buenos como ellos. Nada recelaba de Iturbide; todo lo que pedía se lo daba. Que quiero mi regimiento de Celaya; ahí está tu regimiento de Celaya. Que quiero ser brigadier; hete ahí convertido en brigadier. Que quiero fusiles, cañones, dinero; ten dinero, cañones y fusiles. Tan pródigo se mostró el virrey con Iturbide que se ha pensado que estaba de acuerdo con él para promover la independencia. No es así. Apodaca deseaba vivamente terminar la guerra de insurgencia, y dotaba de todos los medios a Iturbide para lograr tal fin. Pero Iturbide andaba ya trabajando para su santo, y lo que recibió del virrey para hacer la guerra a los rebeldes lo destinaba a su propósito final, que era la independencia.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.