Robusta, de hojas ásperas, lustrosas y aromáticas. Siempre verde, acorde al árido clima norestense ocupa poca agua y resiste las heladas. A su sombra, en Cerralvo se aparecía una señora querida (la leyenda de La Chinita), y a su nombre aparecieron en Monterrey los tradicionales mariscos: la anacua.