OPINIÓN

El dolor del destierro

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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En la amargura de su viudedad Conchita Miramón halló sin embargo el bálsamo de la compasión humana. Su esposo vivió con honor, y aun sus más empecinados enemigos hubieron de reconocer la dignidad con que murió. Dejó a su viuda y a sus cuatro hijos -un niño y tres niñas-, como herencia, un nombre limpio.