Cuando el imperio sucumbió, el padre Fischer cayó prisionero de los republicanos. Estos lo consideraron hombre de peligro y sin formación de juicio lo recluyeron en el viejo convento de la Enseñanza. Ahí estuvo don Agustín, ocupado en sus lecturas y sus rezos. El barón Tegetthoff, que vino de Europa a fin de llevar a Viena los restos del desdichado príncipe, oyó hablar del padre Fischer y consiguió su libertad. Los liberales pensaron que dar la libertad al clérigo sería una muestra de buena voluntad a las potencias europeas y a la Sante Sede, y dejaron que Fischer se marchara.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.