OPINIÓN

Es mejor ser idiota (II)

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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A pesar de la ruda oposición que halló aún entre sus mismos seguidores, Juárez llevó adelante su propósito de reformar ilegalmente la Constitución para allegarse más poder. En esa tarea lo ayudaron algunos de sus incondicionales, que vieron más al interés político del bando juarista que al bien nacional.

"Con usted hasta la ignominia", parecieron decir a Juárez algunos de sus partidarios. En todo el país se levantaban voces condenando no solamente las reformas que a la Constitución quería hacer Juárez, sino también el ilegal modo en que se proponía efectuar esos cambios.

Mariano Escobedo -quizá como militar era muy bueno, pero como teórico de la política no razonaba bien- hizo una peregrina manifestación: declaró que posiblemente la convocatoria emitida por Juárez era mala, pero aun así el gobierno debería sacarla adelante, pues si daba marcha atrás perdería prestigio ante el pueblo, que vería debilidad en quienes lo gobernaban. Dijo que él en lo personal apoyaría la convocatoria. Prefería pasar por un idiota y no por uno de los "'díscolos" que por aspirar a la presidencia se oponían al presidente.

Don Ramón Corona no se quedó atrás. Anunció que él no haría caso "al clamoreo de la prensa ni a las protestas de algunos Estados". Apoyaría a Juárez porque era la autoridad legítimamente constituida. 

Otros gobernadores, en cambio, actuaron movidos no por el interés de una facción sino por lo que consideraban el bien de la República. No vacilaron entonces en manifestar a Juárez su desagrado por las medidas que iba a tomar. Mier y Terán, de Veracruz, amonestó con severidad al Benemérito:

"... Padece usted una gran equivocación atribuyendo la grita levantada contra la Convocatoria al encono de los descontentos. La reprobación es general, casi unánime, y de ello podrá usted irse convenciendo a medida que vaya teniendo conocimiento de la opinión en los estados, que acaso será aún más pronunciada por el ataque a la soberanía de éstos que ella envuelve...".

Don Miguel Auza, gobernador de Zacatecas, escribió a Juárez una carta fechada el 2 de septiembre de aquel 1867 en que le hacía saber su desagrado por la Convocatoria, que atentaba contra los principios por los cuales había luchado la Nación. Si la Constitución era violada por el mismo gobierno, advertía don Miguel al presidente, el pueblo ya no tendría ningún respeto a la ley, y con eso acabarían las esperanzas de paz.

Don León Guzmán, gobernador de Guanajuato, había sido uno de los autores de la Constitución del 57. Se dio perfecta cuenta, por lo tanto, del grave atentado que contra la Constitución estaba cometiendo Juárez, y se opuso absolutamente a dar curso a la Convocatoria en la parte en que violaba la ley máxima. Juárez, irritado, le hizo saber que su designación como gobernador había provenido de él, de Juárez, y que por lo tanto no tenía derecho a desobedecerlo. Lo destituyó y puso el gobierno de Guanajuato en manos de Florencio Antillón, de quien el democrático, republicano y liberal don Benito esperaba una mayor docilidad. Ni Maximiliano, emperador, actuó nunca con tal imperio.