Cuenta una leyenda del mágico y misterioso Estado de Chiapas, que por las empedradas calles de la Tuxtla de inicios del siglo 19 se oía el rechinar de una carreta en su recorrido en las noches frías y desoladas, y si se detenía donde yacía algún moribundo, éste dejaba de respirar... era su hora de partir al más allá.