No estoy hablando de futbol; jamás lo permitiría mi marido, que es Rayado de hueso colorado, pero me divierte imaginar que le pudiera estar dando un retortijón al leer mi encabezado, porque siempre se gancha con el tema. De las dos neuronas que le quedan activas, una la ocupa en generar polémica deportiva intrascendente y la otra se la gasta pensando en complots.