"Mi esposa no me admite en su lecho". Esa dramática declaración hizo don Frustracio ante un consejero matrimonial. El terapeuta se dirigió a doña Frigidia, consorte del quejoso. "Señora -le preguntó-. ¿Acaso no le gusta a usted el sexo?". "Sí me gusta -replicó doña Frigidia-. ¡Pero este maniático sexual me lo pide tres y hasta cuatro veces en el año!"... El mulo de don Rético, indómito animal -el mulo, no don Rético-, le dio una coz a su amo en la molondra, vale decir en la cabeza, y con eso lo mandó expeditamente al otro mundo. Al velorio del finado acudieron innúmeras mujeres. "¡Cuántas amigas tienes!" -le dijo a la viuda una vecina. "Ni siquiera las conozco -replicó la señora-. Son esposas venidas de toda la comarca a pedirme que les preste el mulo"... Un majadero briago se plantó en medio de la cantina y gritó a voz en cuello: "¡Todos los que están aquí son unos culeros, menos yo! ¡Y a ver si alguien se atreve a desmentirme!". Se puso en pie un hombrón de estatura procerosa y poderosos músculos. "Yo mero" -dijo. Y así diciendo le propinó al lenguaraz una tremenda bofetada que lo hizo caer al suelo echando sangre por los nueve orificios naturales de su cuerpo. El temulento se levantó dificultosamente, se puso al lado del que lo había golpeado y de nueva cuenta se dirigió a la concurrencia: "¡Todos los que están aquí son unos culeros, menos nosotros dos! ¡Y a ver si alguien se atreve a desmentirnos!"... Hace unos días visité furtivamente a una bella señora: la Facultad de Derecho de mi universidad, la de Coahuila. Entré con pasos quedos al recinto. No comenzaban aún los nuevos cursos, de modo que el plantel estaba solitario. Fui por sus corredores; contemplé el mural que hizo pintar Onésimo Flores Rodríguez, inolvidable amigo, cuando fue director de la escuela. En la pintura aparezco yo, joven todavía y un poco aturrullado por verme junto a los insignes maestros que dieron prestigio nacional a la querida institución fundada por don Francisco García Cárdenas, sabio jurista, señor de todas las bondades. Entré después al aula donde por muchos años profesé cátedra y que sin merecerlo yo tiene mi nombre inscrito en una placa. Regalos son ésos de la vida que uno no alcanza nunca a agradecer. Mi clase fue la de Teoría Política. En ella se aprende que uno de los caracteres fundamentales de la soberanía del Estado es el monopolio de la fuerza pública. Cualquier otra persona, física o moral, que haga uso de ella se pone al margen de la ley, sea cual fuere el motivo o pretexto que esgrime para ejercitarla. Por eso acierta el presidente López Obrador cuando rechaza el diálogo con las llamadas "autodefensas" y desautoriza las acciones de un subsecretario de Gobernación que ha sostenido reuniones con los líderes de esos grupos armados. Es plausible la actitud de AMLO a este respecto, y se ajusta a Derecho su afirmación en el sentido de que la tarea de dar seguridad a la población es facultad y responsabilidad exclusiva del Estado mexicano. No se dialoga con quienes se ponen fuera de la ley. Simple y sencillamente se les aplica... Pienso que con lo anteriormente dicho he cumplido por hoy la ímproba tarea que a mí mismo me he impuesto, de orientar a la República. Puedo entonces permitirme emplear el espacio que me queda en hacer la narración de una breve historieta final... El atildado señor pidió en la librería: "Busco una obra llamada El cardenal". La encargada del establecimiento le indicó: "Aquí no vendemos libros religiosos". Aclaró el cliente: "El libro que estoy buscando trata del pájaro". Replicó secamente la mujer: "Pornografía menos"... FIN.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.