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Gracias, señora, gracias

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Corrían las horas de aquel día 16 de junio de 1867. Eran las 12 del mediodía; a las 3 de la tarde serían ejecutados Maximiliano, Miramón y Mejía. En su celda del convento de las Capuchinas, acompañado por su esposa Conchita, Miramón no pensaba en sí mismo sino en la soledad de Maximiliano, que ni siquiera sabía quién se ocuparía de recoger su cadáver. Miramón pidió a Concha que fueran los dos a visitar en su celda al desdichado emperador caído.