Todo el mundo le pedía a Juárez la vida de Maximiliano. Todos juzgaba que la muerte del emperador sería inútil: ¿de qué le serviría a Juárez matar a su prisionero, vencido ya y sin fuerza alguna para poder significar algún peligro? En todo el país la gente esperaba que el desdichado príncipe sería indultado. Nadie quería su muerte, sólo Juárez y los políticos radicales más allegados a él. Aun así, Maximiliano fue ejecutado. No se le fusiló, como dijo Juárez, porque así lo demandara el pueblo. Se le quitó la vida para satisfacer oscuras motivaciones en el ánimo de don Benito o porque así convenía al interés de los norteamericanos, tan amigos, del Benemérito.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.