OPINIÓN

Judy

Guadalupe Loaeza EN EL NORTE

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De Judy Garland, sabía todo. Sabía que su verdadero nombre era Frances Gumm y que se lo cambió a los 13 años a partir de que entró a los estudios de la Metro Goldwyn Mayer. Fue en esa época que su madre empezó a darle pastillas para dormir, para despertarse, para adelgazar y para tener más energía. Sabía que a pesar de su físico poco agraciado y sus tendencias para engordar, había rodado 10 películas con Mickey Rooney, convirtiéndose así en la pareja más famosa de los estudios de Hollywood. Sabía que había estudiado en una escuela especial creada por la MGM para niños genios, con Ava Gardner, Lana Turner y Elizabeth Taylor; sabía que de las cuatro ella era el "patito feo", pero la que más se divertía y la que más ganaba dinero. Trabajaba sin parar, ocho horas al día divididas en varias tomas de anfetaminas y barbitúricos, administradas por su madre, Ethel Milne, una mujer ambiciosa y muy manipuladora. Las 24 horas del día, Ethel estaba detrás de Judy: "¿Ya te sabes tus parlamentos?, ¿ya ensayaste las canciones?, ¿aprendiste bien los pasos del baile?; no llegues tarde a los ensayos, acuérdate que tienes tus giras por todo Estados Unidos, ¿cuántos kilos adelgazaste esta semana?", etcétera. Por las noches Judy no se podía dormir, y por las mañanas no se podía despertar y durante el día estaba como zombie.