OPINIÓN

L'Affaire Dreyfus

Guadalupe Loaeza EN EL NORTE

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La mañana del 5 de enero de 1895 era particularmente fría y húmeda. Ese día todos los diarios en Francia hablaban del mismo tema: "L'Affaire Dreyfus". A pesar de la temperatura y de la neblina que cubría la mayor parte del edificio construido durante el reinado de Luis XV, centenas de parisinos habían asistido al patio de la Escuela Militar para presenciar uno de los episodios más vergonzosos e injustos de la historia contemporánea de Francia: la degradación del capitán Alfred Dreyfus acusado de alta traición. En una ceremonia solemne y al son de decenas de tambores, le arrancaron sus insignias y charreteras, así como a los ojos de todo el mundo, le rompieron en dos su espada. Para humillar aún más a Dreyfus, los altos mandos del Ejército francés lo hicieron desfilar ante una gran multitud que gritaba consignas terribles, todas ellas antisemitas. "Je suis innocent. On degrade un innocent. Vive la France!!!, clamaba Dreyfus, una y otra vez, mientras era arrastrado, a lo largo y ancho del patio, por dos soldados.