¡Cómo me habría gustado ver aquella famosa batalla, la del 5 de mayo de 1862, en Puebla! La naturaleza y los hombres dieron aquel día un espectáculo magnífico. En aquel anchuroso valle dominado por los cerros de Loreto y Guadalupe y que tenía como fondo la grandiosidad de los volcanes, el ejército francés presentaba una visión espléndida. Los uniformes rojos de los zuavos se veían casi hasta llegar al horizonte; el brillo de sus bayonetas lanzaba fúlgidos destellos al reflejar el brillante sol que se iba alzando sobre aquel cielo purísimo, de un azul profundo. Un testigo de la batalla utilizó un símil precioso al describir la vista del ejército: dijo que los fusiles parecían un trigal con espigas de plata que se movía como las mieses cuando ondulan con el viento.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.