OPINIÓN

La ciudad aprisionada

LA OTRA HISTORIA DE MÉXICO / Catón EN EL NORTE

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Veinte mil hombres se aprestaban a defender Puebla contra el ataque de los franceses. Se aproximaban éstos con 22 mil soldados de línea. En su ciudad los poblanos sufrían los efectos de aquel estado de guerra. La verdad es que muchos simpatizaban con la causa de la intervención, pues pensaban que un triunfo de los franceses contribuiría a dar paz a México después de los aciagos años de la guerra de Reforma. Puebla era además -lo sigue siendo- una ciudad muy católica, y los continuos decretos anticlericales lanzados por el gobierno juarista tenían irritados y molestos a muchos habitantes de aquella tan religiosa población. El descontento aumentó cuando se supo que "el loco Mendoza", segundo en el mando después de González Ortega, había determinado que la hermosa Catedral angelopolitana fuera el último bastión de resistencia: por orden suya el sacro recinto fue ocupado por tropas, y se cavó un enorme foso a su alrededor.