Jugadores, entrenadores y directivos se van, pero los colores permanecen para siempre. Se llama identidad. Tan importante como única, tan única como incomparable e irreemplazable. Son los colores de un equipo, la carta de presentación ante la sociedad. El distintivo, el sello y la etiqueta de manufactura para danzar por el mundo con una bandera que los represente. El diferenciador para hacerse notar del resto. La firma, la signatura y el brillo.