OPINIÓN

La indecencia

Denise Dresser EN EL NORTE

4 MIN 00 SEG

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Un ministro de la Suprema Corte que renuncia porque se le antojó un trabajo mejor, luego se incorpora al equipo de una candidata presidencial y, acto seguido, ataca a su opositora. En cualquier democracia funcional, sería un escándalo mayúsculo y motivo de condena unánime. Sería una conducta impermisible, como si Clarence Thomas se sumara mañana a la campaña de Donald Trump. Pero aquí, incorporarse a la "transformación" significa violar toda regla, sobrepasar todo límite, porque el fin justifica los medios, y la epopeya mata la ética. Ningún demócrata podría defender lo que claramente es un acto de oportunismo político que mancha al hombre y daña a la Corte. Arturo Zaldívar pasó de progresista a palero, de ministro a matraquero, de defensor de la Constitución a megáfono de quienes buscan arrollarla.