OPINIÓN

Manipuló a decenas de compañeros de viaje al tiempo que pisoteaba o destruía vidas a diestra y siniestra

La inquisidora

Jorge Volpi EN EL NORTE

4 MIN 00 SEG

29 marzo 2025

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
¿Por qué? Al término del brillante y minucioso retrato que traza de ella Ricardo Raphael en Fabricación (2025), la pregunta mantiene su ominosa incomodidad. ¿Por qué Isabel Miranda de Wallace se empeñó con tanta saña en señalar, capturar y encarcelar a un grupo de supuestos secuestradores -y asesinos- de su hijo cuando no contaba con ninguna prueba contundente contra ellos? ¿Por qué se obcecó en airear su muerte cuando múltiples testimonios e indicios la negaban? Y, en fin, ¿por qué a partir de entonces dedicó el resto de su vida a presentarse como una implacable activista contra el crimen cuando no hacía otra cosa que desdeñar y deformar la justicia según su capricho?