Pobre Nathan Drake. Ni el matrimonio ni las buenas intenciones de llevar una vida común fueron suficientes para mantenerlo fuera de peligro y como le ocurrió al mismísimo Michael Corleone: justo cuando pensó que estaba fuera... lo volvieron a meter.
Uncharted 4 es, entre muchas cosas, la recaída de un adicto a la adrenalina a su pasatiempo favorito. Y no, no estoy hablando de Drake, sino del jugador que, tras el lanzamiento de Uncharted 3 en 2011 y The Last of Us en 2013, esperaba una aventura inédita que lo colocara en situaciones fantásticas y escenarios súper detallados.
¿Escapar de la cárcel?, listo, ¿infiltrarse en una casa de subastas del mercado negro?, por supuesto, ¿persecuciones sobre ruedas?, ¡va!, ¿buscar un tesoro pirata por más de 15 años?, ¡sí, por favor!
Fiel al estilo de la desarrolladora Naughty Dog, el ritmo de Uncharted 4 es rápido y los capítulos se pasan como agua. Con misiones cortas y cuchicheos chistosos entre los personajes, es fácil perder la noción del tiempo y no darte cuanta de que has jugado por horas sin parar.
Los primeros episodios están repletos de guiños para los fans de la franquicia que, a través de objetos, álbumes de fotos y conversaciones, recordarán las aventuras anteriores de Drake e incluso se encontrarán brevemente con otro héroe de antaño de
Sony; después, la trama se vuelve más interesante y extrañamente nostálgica al tentar a Nathan con una última (y épica) búsqueda del tesoro.
Visualmente el juego es muy bonito: a simple vista puedes distinguir la partículas de polvo flotando contra la luz del sol y la opacidad del mar conforme se hace más profundo. Y aunque en ocasiones las cinemáticas pueden sentirse un poco lentas, especialmente si eres de esos impacientes que no dejan de picar los botones mientras ocurren, son necesarias para comprender a los protagonistas del juego y crear un vínculo con ellos.
Pero el verdadero tesoro de Uncharted 4 es el talento del equipo de Naughty Dog. La empresa logró armar situaciones que, aunque planeadas, te hacen sentir como si hubieran estado bajo tu control todo el tiempo.
Es claro que hay ciertos eventos que deben ocurrir para progresar en la historia, pero hay más de una forma de llegar a ellos; como una explosión a la que Nathan reacciona sin importar en dónde estés, los empujones de un policía si dejas de caminar en la cárcel y una persecución en medio de un mercado, en la que el jugador está a cargo de la ruta.
Así, la cuarta entrega de Uncharted consigue lo que pocos títulos han logrado exitosamente: ofrecer un título lineal, con una historia sólida, que se siente ligeramente como un
videojuego de mundo abierto.
Y por si esto fuera poco, está el desarrollo de Nathan Drake, que más allá de ser un héroe musculoso, es un tipo con humor ácido que tiene un matrimonio imperfecto y que, aún con una buena condición física, no puede esconder los años en sus arrugas y en sus quejidos al chocar contra las paredes.
Por esta razón, jugar Uncharted 4 fue como asistir a la fiesta de despedida de un muy buen amigo. No quieres que la diversión termine pero sabes que en cualquier momento llegará el final y tu "compa" seguirá con mejores planes.
La mejor cura para esa sensación agridulce: pedir el lanzamiento de The Last of Us 2.