A pesar de que anda por ahí un Grinch naranja queriéndonos robar la Navidad una vez más con sus impopulares medidas del tapabocas a la fuerza en plena época de reconciliación con la normalidad, a pesar de esas "samueladas" (como yo las llamo), las juntadas siguen desatadas y los restaurantes muy boyantes, sin pelar mucho que digamos la ridícula obligatoriedad.