La vida cotidiana, para quien vive en la vorágine de la Ciudad, requiere salir a pie y fundirse en la cercanía del alrededor, del rumbo y el paseo, del saludo a quienes allí nos acompañan, para encontrar al vecino y ver un poco su actividad y hallar también los restaurantes del barrio, que son gesto emprendedor familiar y que dan forma a eso que dijimos: la identidad de la colonia, donde uno vive.