El mundo amenaza con quitar el viernes de la semana laboral y yo lo que quisiera es agregarle el domingo. Es el día de descanso que más me cansa. Al tiempo que Mary me cede el puesto de empleada doméstica, se instala en mi casa una horda de incivilizados que dicen ser mis hijos, mientras su padrezombi deambula sinquehacer el día entero, de la cocina a la televisión, ataviado en una Teycon de tirantes y un bóxer de bolitas, el atuendo predilecto de este reyecito honorario y estrafalario, cuya única función es la de ser otro estorbo más.