OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Doña Inés, mujer de Arteaga, le decía a su esposo, el gendarme don Panchito, que no le guardaría luto si se moría antes que ella. La trataba muy mal, de modo que cuando él pasara a mejor vida ella iba a hacer lo mismo: pasar también a mejor vida. La muerte de su marido le iba a causar tan gran satisfacción, le repetía una y otra vez al esposo, que el mismísimo día del entierro, tras regresar del panteón, se pondría un vestido amarillo y se sentaría afuera de su casa, en la banqueta, a comerse real y medio de naranjas, nomás del puro gusto de verse libre ya.