OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Carácter empeñoso ha sido siempre el de los habitantes de Ramos Arizpe. Conseja antigua nos habla de una costumbre de los patriarcas que con austera virtud y reciedumbre poblaron esa tierra. Solían ellos, dice la leyenda, tomar en brazos a sus hijos cuando apenas llegaban al año primero de su edad, y luego, sin aviso ninguno ni advertencia, los lanzaban a lo alto del alto techo de sus casas. Si el tierno infante lograba agarrarse de las vigas y sostenerse ahí, quedaba salvo, y su padre ponía una escalera y lo bajaba con amorosa solicitud y con orgullo. Si le faltaba industria al niño y no conseguía asirse al salvador morillo, su progenitor lo veía caer cruzado de brazos -el progenitor, claro- y estrellarse en el suelo con estrépito. No se había perdido mucho, en cuanto que el angelito no había dado trazas de poseer la habilidad y fuerza que luego requeriría en la vida.