OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Una vez se me ocurrió pensar que a la Navidad no le regalamos nunca nada, y tres regalos le hice. El primero fue una pastorela. Cierto día llegaron a verme dos amigos actores, René Gil y Chuy Valdez. Llevaban con ellos el texto de una de esas antiguas pastorelas cuya representación dura toda la noche, y me pidieron que la adaptara a fin de hacerla caber en una función de duración normal. Yo les dije que prefería escribir una original, pues adaptar aquella era desvirtuarla, quitarle su esencia popular. Me respondieron que apremiaba el tiempo: no podían esperar a que escribiera yo una obra nueva. Les dije que en tres días les entregaría la pastorela. Y me puse a escribir.