OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Don Venustiano Carranza nombró secretario de Relaciones Exteriores al general Cándido Aguilar, su yerno. En cierta ocasión fue a visitarlo un embajador a quien el flamante Canciller odiaba cordialmente. Le ordenó Aguilar al ujier de la Secretaría, un anciano todo corrección y apego al protocolo diplomático: 

-Dígale a ese hijo de la chingada que no lo voy a recibir, que se vaya a chingar a su madre. Y fíjese bien: si no le da usted mi recado tal como se lo dije, lo despediré inmediatamente. 

Fue el anciano y con exquisita cortesía le dijo al visitante: 

-El señor ministro no lo puede recibir. Se lamentó muchísimo.