OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Por el cielo van nubes elefantiásicas, ballénicas, hipopotámicas, rinocerónticas. Grandes y gordas, se diría que las pastorea un titánico titán.

Yo espero que se las lleve el viento, pues si una de ellas cae sobre la ciudad la aplastará con su enorme masa como con una maza enorme.

Van en silencio las ominosas nubes. Y sin embargo sé que dentro de ellas ruge el rayo.

Cuando en el campo se alzan estas nubes los campesinos hacen que un niño, un inocente sin pecado, parta el aire con un machete. Así conjuran la amenaza de la tromba y el granizo. Pero en la ciudad esos ensalmos no funcionan, pues la ciudad ha perdido la imaginación, y sin ella son imposibles los milagros.

Me escondo, pues, no sea que las nubes me descubran y me fulminen con una de sus centellas por escribir esto. Pasarán estas nubes. Pasar es su principal oficio. También es el del hombre pasajero.

Miro pasar las nubes. Y las nubes me ven pasar a mí.