OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Yo ya sabía que don Abundio, el del Potrero, tuvo en su arrebatada juventud dimes y diretes con fulana, mengana y perengana. Lo que no sabía es cómo se las arreglaba aquel tenorio campirano para que ninguno de los maridos de las damas con las que tuvo esos diretes y esos dimes se diera cuenta de que le estaba adornado la cabeza.