OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Doña María, vecina de don Abundio en el Potrero, es dueña del más bello jardín en todo el rancho. La señora tiene la mano caliente -así se dice allá de quienes poseen la virtud de hacer brotar las plantas, o de lograr que prendan los injertos-, y entonces su jardín parece el del Edén. Crecen en él los eróticos alcatraces, y las pomposas dalias, y las violetas condenadas a modestia perpetua, y la obvia rosa, y los geranios con olor a clavo, y esa humilde flor campesina que se abre a la caída de la tarde y se cierra con el primer anuncio de la noche, llamada "amor de un rato".