OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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El 12 de octubre de 1927 se celebró en Monterrey una corrida a beneficio de los empleados de la empresa de espectáculos Rodríguez Hermanos. Uno de los alternantes era el señor Briones, entonces joven aún. Cuando salió su toro no sintió miedo: sintió pavor. Era un burel con muchas arrobas y astas como unas catedrales. El pánico inmovilizó al aprendiz de lidiador. La plaza entera comenzó a reclamarle su medrosidad. Briones se daba a todos los demonios por haberse metido en tal berenjenal.