OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Cuando finaba ya el siglo XIX era tesorero municipal en San Miguel de Allende, Guanajuato, don Miguel Correa Pérez. Hombre de mucho ahorro era el señor, cuidadoso de los públicos dineros. En las noches de luna llena salía al balcón de su casa, en calle céntrica, y hacía sonar un silbato. Esa era señal para los guardias nocturnos: don Miguel juzgaba que el astro de plata daba suficiente luz, de modo que no era necesario gastar el gas de los faroles públicos. Obedientes al silbato los guardias apagaban los faroles, y eso redundaba en bien de la economía local.