OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Ya casi nos habíamos olvidado de cómo brilla el sol.

No recordábamos ya el azul del cielo.

Teníamos perdida la memoria de los días cálidos.

Ayer después de semanas y semanas de niebla, frío y lluvia, el día amaneció radiante y luminoso. Así debe haber sido el primer día de la creación. 

El caserío del Potrero, al que ya le pesaba tanto gris, se pintó color mañana, y ondearon al aire tibio los colores de las ropas tendidas a secar. Dejaron de tiritar los árboles, y otra vez se escuchó el puntual roznido del burro de las 11. Las mujeres sacaron a la luz las macetas de flores, guardadas en la casa para salvarlas de los cuchillos del invierno.

Yo sé que este asomo de primavera es engañoso. Los años, sapientes profesores, me han enseñado que tras el monte de Las Ánimas acechan otros vientos y otras brumas, y que el taimado invierno finge haberse ido sólo para volver aún más invierno. Pero hoy no pienso en eso. Salgo al sol; lo abrazo y dejo que me abrace, y le pregunto: "¿Dónde andabas?".