OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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Las abuelas y abuelos nuevoleoneses tenían una romántica costumbre, la de una especie de compadrazgo sentimental que se formaba mediante el regalo de una rosa. El uso funcionaba así: si una muchacha sentía particular estimación por otra le regalaba una rosa, y eso hacía "rositas" de las dos amigas. "-Fulana y yo somos rositas", decía una. Con eso quería significar que ella y su amiga estaban ligadas por una amistad particularmente íntima y estrecha.