OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

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A las encopetadas damas y empingorotados caballeros del Casino de Monterrey no les gustaba nada que la panadería "El Nopal" estuviera junto al edificio del máximo centro social de la ciudad. En esos años -los cuarenta del pasado siglo- aquellos altos señores y señoras querían que Monterrey se pareciera a las más grandes metrópolis del mundo, digamos a San Antonio, Texas. Y sucede que cuando en la madrugada salían de los bailes todo el ambiente olía al pan que se estaba horneando en "El Nopal", y a la alta sociedad regiomontana aquel olor de la panadería no le parecía santo, como al poeta jerezano, sino naco, según se diría con un voquible de hoy.