OPINIÓN

MÉXICO MÁGICO / Catón EN EL NORTE

0 MIN 30 SEG

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
"... Conocí a Carlos Pereyra vivo, muerto y desenterrado. Vivo, evocando en libros y tertulias a Cortés, a Pizarro, a Humboldt, a Alberdi, a Monroe. Aunque los españoles empezábamos a ser comprendidos por nuestra obra en América, nos quedamos estupefactos cuando Pereyra nos tributó, con su alegato hoy clásico, quizá la máxima justicia que hasta ahora se nos haya hecho por labios de un americano. Cuando murió en Madrid, año de 1942, el dolor por esa muerte sólo tuvo el consuelo de saber que Pereyra iba a entrañarse aún más a nuestra tierra, enterrándose en ella más allá de la muerte.