De las cantinas se dicen cosas malas. Y no les falta razón a quienes tal mal dicen. Recuerdo triste de mi niñez es haber visto a muchas pobres mujeres esperando en la noche y en el frío a que el esposo, el hijo, o hasta el padre, saliera de la cantina, para llevarlo a su casa y evitar que cayera al suelo de borracho, y ahí quedara hasta el siguiente día, o que se lo llevaran los gendarmes, con el consiguiente pago de multa que amenguaría aún más el ya mermado ingreso familiar.
Armando Fuentes Aguirre, "Catón". Nació y vive en Saltillo, Coahuila. Licenciado en Derecho; licenciado en Letras Españolas. Maestro universitario; humorista y humanista. Sus artículos periodísticos se leen en más de un centenar de publicaciones en el País y en el extranjero. Dicta conferencias sobre temas de política, historia y filosofía. Desde 1978 es cronista de la Ciudad de Saltillo. Su mayor orgullo es ser padre de cuatro hijos y abuelo de 13 nietos.
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