Michoacán, reconocido por la enigmática
Animecha Kejtsïtakua -que es
la Fiesta de las Ánimas o Noche de Muertos, y declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2008-, busca ampliar el alcance de esta celebración para revelar el misticismo y la espiritualidad que la rodean.